El Cerro y el valle del río Cuerpo de Hombre

• Rutas de la Naturaleza

De todas las sierras de la provincia de Salamanca, la sierra de Lagunilla es una de las más desconocidas y de las más interesantes para el turista de naturaleza. Marcando el límite sur con la provincia de Cáceres, esta larga cuerda de suaves elevaciones, una prolongación del Sistema Central, está delimitada por el este por la Sierra de Béjar, por el oeste por la sierra de Francia y por el norte por el valle del río Cuerpo de Hombre. Dentro de sus límites se encuentran pueblos de tanto encanto como Peñacaballera, Lagunilla, Valdelageve y el pueblo al que vamos a recomendar su visita: El Cerro.

Este pequeño conjunto de casas serranas es un jardín botánico tanto por su entorno de huertos, prados y bosques, como por las plantas que crecen dentro del propio pueblo, brotando por doquier en sus jardines, calles y casas. En vivo contraste con su situación demográfica, presenta un patrimonio natural espléndido. Las sierras y valles que la enmarcan ofrecen unas espectaculares panorámicas desde cualquier punto del municipio. La posición elevada del casco urbano sobre el valle del Cuerpo de Hombre, al que se asoma, intensifica la sensación de amplios cielos despejados y de panorámicas sobre bosques que se pierden en el horizonte. Todo un placer en estos tiempos en los que los espacios auténticamente naturales han quedado reducidos a rincones de menor extensión cada día menos. Podemos afirmar que en El Cerro se respira y se ve naturaleza mires donde mires.

¿Qué puede ofrecer El Cerro al apasionado por el contacto con la Naturaleza?: bosques de castaños y robles donde sumergirte entre verdaderos gigantes, panorámicas sobre montañas y valles que se pierden en el infinito y un soberbio jardín en cada una de sus calles.

El primer paso sería dar un paseo por su casco histórico. Completamente alejado de cualquier ruta turística, su conjunto es una delicia para el visitante tranquilo que sabe paladear de un paseo donde el tiempo haya dejado de importar. El laberinto de sus calles descubre joyas en cada esquina. El delicado equilibrio de muchas de sus casas, demasiadas abandonadas, te hacen pensar en cómo debió ser la vida de sus habitantes en estas casas de balcones abiertos al cielo y ventanucos que parecían querer esconder sus secretos.

Desde el propio pueblo parte una ruta señalizada que se dirige hacia su zona recreativa Dehesa de Arriba. Junto a los pueblos de Peñacaballera, Lagunilla y Linares, El Cerro es el que cuenta con más árboles centenarios de las sierra de Salamanca. Estos mismos bosques, junto a sus verdes praderas, arroyos y fuentes del camino, también son de los mejores espacios de Salamanca para observar mariposas. Tanto por número de especies como por número de ejemplares, El Cerro es uno de los mejores pueblos para iniciarse en este mundo de tanta belleza y extrema paciencia.

Una vez llegados a su parque nos encontraremos con su mirador, el Balcón de Extremadura, otra joya que no podemos perdernos. Desde esta atalaya privilegiada se puede contemplar una gran parte del norte de Cáceres, desde las sierras que cierran el Valle del Jerte y dan paso al Valle del Ambroz, hasta el límite oeste de la Sierra de Gata. Será este uno de los mejores puntos para observar el trasiego de rapaces como los buitres negros y leonados, las culebreras europeas, las águilas calzadas y los escasos abejeros europeos. También es un buen lugar para vernos sorprendidos por el paso furtivo del azor, la rapaz más temida en los bosques, un verdadero terror para todas las aves menores a una culebrera europea.

El regreso a El Cerro puede realizarse a paso tranquilo para volver a detenernos y maravillarnos ante sus árboles más sobresalientes. Algunos de ellos son verdaderas catedrales de nuestra Naturaleza con mayúsculas. Por último, recomendamos volver a darse el lujo de “perderse” por sus callejas repletas de sorpresas. La paz y belleza de su casco histórico son un placer para todos los que amamos la paz.