Las aves son los mejores amigos del bosque.

Con la llegada del otoño los campos se llenan de frutos, los “hijos” de las plantas y el futuro de nuestros bosques. La bajada de las temperaturas y las primeras lluvias del final del verano son lo que estaban esperando las plantas para liberar a sus retoños y ofrecerles mejores oportunidades para poder germinar.

Serbal de cazadores (Sorbus aucuparia)

Llegado este punto, las diferentes especies de árboles, arbustos y herbáceas deben encontrar el medio más seguro para que sus semillas encuentren un suelo adecuado para medrar, con humedad y nutrientes suficientes y, siempre, lo más lejos posible de casa para evitar competidores. Por mucho que sean tus hijos, no es una buena idea tener a cientos o miles de pequeños retoños creciendo justo debajo de ti y consumiendo los mismos recursos que necesitarás para seguir alimentándote y prepararte para el invierno que se avecina.

Entonces, ¿cómo “echar de casa” a tus hijos y asegurarte de que la Naturaleza siga perpetuándose? La imaginación de la Naturaleza no tiene límites.

En algunos casos, las semillas tienen auténticas alas para poder volar con los vientos de las primeras borrascas de la nueva estación. Esto es típico de los tilos, los arces o los dientes de león.

Otras plantas crecen a las orillas de los ríos y utilizan el curso del agua (y el viento) para su dispersión: carrizos, eneas, alisos, etc.

En otros muchos casos, serán las aves las que trasladen esas semillas a distancias que pueden ser de decenas de kilómetros. Evidentemente, las aves consumen muchas semillas. También ellas deben acumular energía para prepararse para meses de escasez con la llegada del frío y falta de luz. Esta depredación limita el número de oportunidades que tienen las plantas para perpetuarse. Es pura vida y sin riesgo para ninguna de las partes. Si aves y plantas llevan conviviendo decenas y decenas de millones de años, poco peligrosa puede ser su relación.

Curruca carrasqueña (Sylvia cantillans), fotografía de Eduardo Carrasco.

Pero ¿Cómo conseguir que un ave se lleve tus semillas de tal modo que sigan siendo viables? Sin que haya otra forma de explicarlo, en algún momento, las plantas inventaron un cebo repleto de nutrientes para rodear a sus semillas y atraer a las aves para utilizarlas como acarreadoras. A cambio del viaje gratis, incontables pajarillos, que en muchos casos, se encuentran inmersos en pleno periodo migratorio hacia África, reciben la rica pulpa repleta de azucares que es la energía que les permitirá afrontar, con mejores posibilidades de éxito, el salto del Sahara, un puro océano de arena y roca, sin agua y sin descanso en cientos de kilómetros. Una vez digeridos los frutos, las semillas son expulsadas junto a las heces y estarán listas para intentar germinar. Las propias heces del ave servirán como el mejor abono.

En cualquiera de nuestros paseos por bosques, praderas y jardines, podremos asistir a este fenómeno anual asombroso de la Naturaleza.

Salid a campear y no os perdáis los días más bonitos del año.

 

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