Pocos pueblos de Salamanca pueden estar tan orgullosos de su paisaje como tienen que estarlo San Miguel de Valero y Valero. Estos dos pueblos dan vida y personalidad a esta sierra de la miel.
Asomado al abismo bellísimo de la bellísima Sierra de Las Quilamas, San Miguel de Valero es un pueblo perfumado por un millón de flores, jaras, brezos, lavandas, cerezos, que dan a la famosa miel de la comarca la mejor de las materias primas.
Partiendo de su arco de piedra, que da la bienvenida al visitante, nuestra ruta permite conocer el sector oriental de esta sierra que ya da paso a la comarca de Entresierras. Nuestros primeros pasos serán por sus calles de cielos despejados. Deberemos dirigirnos hacia el sur manteniendo a la Peña de Francia como referencia. Pasaremos por su escuela, con amplias vistas sobre estas sierras, y subiremos de nuevo hasta la carretera. En primer término nos encontraremos con la carretera que baja hasta Valero. Justo a continuación, tomaremos la carretera (con apenas coches) que nos lleva a su polígono industrial. A la altura de la cooperativa de miel Reina Kilamas, con la que se pueden concertar visitas gratuitas de lunes a viernes, se domina una de las vistas más retratadas de toda la sierra: el valle de Quilamas en todo su esplendor. Este es uno de los mejores puntos para descubrir a sus famosos buitres negros o a las muchas aves migratorias que utilizan este valle para salvar el Sistema Central en sus migraciones entre el centro y norte de Europa y las llanuras de la eterna primavera de África. Desde este mirador privilegiado seguiremos la carretera, que casi a continuación se convierte en pista de tierra. Un recorrido circular permite regresar a San Miguel después de atravesar unos 4 kilómetros de sendero no señalizado. La mejor opción para regresar a San Miguel es tomar el segundo que nos salga a la izquierda. Otros caminos a la derecha permiten asomarnos al valle del Alagón y divisar amplias vistas del valle del Alagón y de todas las sierras de Salamanca, con el gran murallón de la Sierra de Béjar hacia el este. Igualmente, nos ofrece magníficos amaneceres y atardeceres en plena naturaleza y desde una altura que embellece aún más cualquier paseo.
De nuevo en San Miguel, tomaremos el Camino Viejo de Valero, un sendero local que conduce hasta Valero, y que se denomina GR 184. Para esto, bajaremos brevemente por la carretera a Valero, para tomar a la izquierda este recorrido señalizado. Este sendero tiene una longitud de unos 3,5 kilómetros de longitud y una pendiente de bajada unos 300 metros. La belleza del paisaje y el valor histórico y natural de sus cárcavas escondidas y de sus terrazas, muchas ya abandonas por el éxodo rural, harán que el esfuerzo merezca la pena. Las últimas terrazas que se mantienen cuidadas y cultivadas en el fondo del valle, literalmente colgadas de las laderas de la sierra, nos recordarán los paisajes creados por el ser humano en muchas de las montañas del mundo: El Rift, Los Andes, etc. Será un paseo por el obligado y antiquísimo esfuerzo del ser humano por sacar provecho de hasta de los paisajes más rudos para nuestra supervivencia.
Valero se emplaza en el fondo de un profundo valle surcado por las aguas permanentes y puras del río que da nombre a la sierra. Destacan su iglesia del siglo XV y sus tres puentes medievales. Desde el laberinto escondido de sus calles parten nuevas e interesantes rutas de senderismo. A la salida del pueblo podemos tomar el GR 184-Ruta de los Paisajes Serranos, que sigue el curso del Quilamas por su orilla izquierda, hasta alcanzar San Esteban de la Sierra, ya en el valle del Alagón. Esta nueva localidad es otro pueblo pleno de historia y belleza donde debemos regalarnos el puro placer de pasear por su casco laberíntico de casas serranas y donde, aún hoy, nos es posible recordar la vieja presencia de los judíos y de su judería. Los 6,5 kilómetros que separan estas dos localidades recorren los mismos caminos que han trasegado sus gentes para atender sus cultivos en terrazas. En cualquier caso, y decidamos alargar o no la ruta, no deberemos olvidar que esta ruta es lineal y que, salvo que contemos con la ayuda de alguien que nos venga a buscar a Valero o a San Esteban, deberemos medir nuestras fuerzas para retornar sin agobios a nuestro punto de partida.
Ya sea en San Miguel, en Valero o en San Esteban, todo este valle y sus afluentes huelen al dulce y penetrante aroma de millones de flores. A partir de marzo, con los madrugadores brezos, las laderas se cubren durante la primavera con un manto de flores luciendo sus mejores galas para atraer a incontables polinizadores. De todos estos insectos indispensables para el ecosistema y la economía local, pero realmente siendo sólo una especie más, el más famoso de todos es la Apis mellifera, nuestra abeja doméstica o de la miel. Criada con el mayor de los mimos, como si fuera un animal doméstico más, nuestras abejas son tan inseparables de este paisaje como lo pueden ser el pico Cervero, sus buitres negros o el propio río Quilamas. Nada mejor podemos hacer para cuidar de este insecto y de este paisaje que dejar el coche aparcado, tomar nuestros pies y recorrer esta sierra mágica, comprando su miel y visitando sus negocios. Dando vida a sus pueblos estaremos dando vida a esta sierra.
MUNICIPIO | San Miguel de Valero / Valero | |||
PATRIMONIO NATURAL | Floración exuberante de las jaras. Los brezos. Las lavandas y los tomillos. Cultivo de la miel. Vistas panorámicas sobre la Sierra de Las Quilamas y sobre las sierras del sur de Salamanca. Valle del río Alagón. Pasillo migratorio. Colonia de buitre negro. Águila real. Lagunas de San Miguel de Valero. Paisaje de terrazas agrícolas. Río Quilamas. |
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